


Los caudillos que defendieron las aspiraciones de sus provincias, fueron representantes de los sentimientos y las expectativas de los habitantes de las mismas durante medio siglo. Si bien defendieron intereses locales, demostraron tener un verdadero espíritu nacional.
Entre otros a quienes fueron quizás llos más importantes caudillos argentinos del siglo: JOSÉ GERVASIO ARTIGAS, llamado “el heraldo del federalismo rioplatense”, nacido en la Banda Oriental, actualmente República Oriental del Uruguay, generalmente considerado el primero de los caudillos; el salteño MARTÍN MIGUEL DE GÜEMES, el santafesino ESTANISLAO LÓPEZ, el de Entre Ríos, FRANCISCO RAMÍREZ y otros muchos más que surgieron durante el periodo anárquico de la década de 1820, entre ellos JUAN BAUTISTA BUSTOS en Córdoba, FELIPE IBARRA en Santiago del Estero, BERNABÉ ARÁOZ en Tucumán, JUAN FACUNDO QUIROGA en La Rioja, JOSÉ FÉLIX ALDAO en Mendoza y JUAN MANUEL DE ROSAS en Buenos Aires

Los caudillos
El auge del caudillismo fue un fenómeno social de la América Latina posterior a la independencia. Durante el período 1820-1835, frente a la crisis del Estado y a la ausencia durante muchos años de un gobierno central fuerte.
La mayoría de ellos eran terratenientes que se habían destacado en la defensa de las fronteras, en la lucha contra el indio o participando en las luchas por la independencia.
No negaron la necesidad de unión entre todas las provincias, pero consideraban que esta unión debía respetar la autonomía política y económica de cada una de sus respectivas regiones.
Los caudillos federales más destacados fueron José Gervasio Artigas, de la Banda Oriental, Bernabé Aráoz, de Tucumán, Martín Miguel de Güemes, de Salta, Estanislao López, de Santa Fe, Francisco Ramírez, de Entre Ríos, Juan Bautista Bustos, de Córdoba, Felipe Ibarra, de Santiago del Estero, Facundo Quiroga, de La Rioja, Juan Manuel de Rosas, de Buenos Aires, y Justo José de Urquiza, de Entre Ríos.
El Congreso se trasladó a Buenos Aires y sancionó la Constitución de 1819, unitaria y centralista. Es decir, no respetaba las autonomías de las provincias. El intento del Directorio de imponer la constitución, provocó la reacción de los federales del interior, particularmente del Litoral. Las tropas entrerrianas, dirigidas por Francisco Ramírez, y las santafecinas, bajo las órdenes de Estanislao López, se dirigieron hacia Buenos Aires y enfrentaron al directorio en la Batalla de Cepeda el 1 de febrero de 1820.
Los vencedores, López y Ramírez, exigieron la desaparición del poder central, la disolución del Congreso y la plena autonomía de las provincias. A partir de entonces el país se convirtió en una confederación de provincias autónomas sin un gobierno central que las agrupe.
Unitarios y federales
Cuando estalló la revolución de Mayo en 1810, los hombres de Buenos Aires reclamaron para esta ciudad la sede de una autoridad general que debía sustituir al desaparecido Virrey.
Los pueblos del interior se opusieron pues no aceptaban su subordinación, querían ser tratados como iguales, exigiendo su lugar en las decisiones del futuro gobierno nacional. Por eso hablaron prontamente de Federación o Confederación de provincias.
Es así como, al poco tiempo dos modelos de nación comenzaban a enfrentarse en el escenario político del país.
Los unitarios
Defendían los intereses políticos y económicos de la ciudad de Buenos Aires e intentaba organizarse con una constitución centralista que estableciera a Buenos Aires sobre el resto de las provincias. Desde el gobierno central, se pretendía nombrar a los gobernadores de cada provincia.
Los federales
Planteaban otro modelo de país. Lo proponían los pueblos del interior, que acompañaron entusiasmados el nacimiento del primer gobierno patrio. No admitían que desde Buenos Aires se le designara un gobernador. Aceptaban un gobierno general siempre que respetara las autonomías provinciales.
Sobre los caudillos
UNITARIOS Y FEDERALES
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