

Combate de San Lorenzo

En el amanecer del día 3 de febrero de 1813, los
granaderos y 50 milicianos de infantería, dejaron
el convento de San Carlos y se prepararon para el
combate en espera de la llegada de los realistas que
habían desembarcado en las primeras horas de esa
mañana y que se dirigían hacia el convento.
San Martín desplegó a sus hombres en dos escuadron
es de granaderos compuestos por 60 hombres cada
uno; el ala izquierda estaba comandada por Justo
Bermudez, mientras que el ala derecha sería dirigida
por San Martín; en el centro, detrás de unas arboledas
se ubicaron las tropas de infantería y que actuarían Croquis del combate
como reserva. Los realistas marchaban en dos columnas con tres cañones. Cuando el enemigo se acercaba, el clarín del regimiento de "Granaderos a Caballo" sonó por primera vez, marcando el inicio del combate.
Los granaderos del ala derecha, comandada por San Martín, fueron los primeros en alcanzar al enemigo, quienes no tuvieron tiempo en usar sus cañones y de realizar una formación defensiva. En feroz combate, los granaderos atacaron a los realistas con sables hasta reducir y poner en retirada a la columna principal.
Cuando el ala izquierda, conducida por Bermudez, entraron en combate, los realistas no puedieron defender el terreno y emprendieron la retirada.
Durante el ataque a un grupo de soldados realistas que cubría la retirada, el caballo de San Martín fue alcanzado por el fuego enemigo. Éste cayó, atrapando la pierna del comandante. En esos momentos un realista intentaba matar a San Martín, pero el soldado Baigorria y el Sargento Cabral intervinieron a tiempo, dando muerte al realista y salvando la vida a su comandante, quien pudo ser liberado del peso de su caballo muerto. En la confusión y fragor del combate, otro realista dió muerte a Cabral. La caida de San Martín posibilitó que gran parte de las tropas enemigas huyeran, dejando detrás 40 muertos y muchos heridos, más los tres cañones.

MARCHA DE SAN LORENZO
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Febo asoma; ya sus rayos
iluminan el histórico convento;
tras los muros, sordo ruido
oír se deja de corceles y de acero;
son las huestes que prepara
San Martín para luchar en San Lorenzo;
el clarín estridente sonó
y a la voz del gran jefe
a la carga ordenó.
Avanza el enemigo
a paso redoblado,
al viento desplegado
su rojo pabellón
al viento desplegado
su rojo pabellón.
Y nuestros granaderos,
aliados de la gloria,
inscriben en la historia
su página mejor.
Inscriben en la historia
su página mejor.
Cabral, soldado heroico,
cubriéndose de gloria,
cual precio a la victoria,
su vida rinde, haciéndose inmortal.
Y allí, salvo su arrojo,
la libertad naciente
de medio continente.
¡Honor, honor al gran Cabral!
Y allí, salvo su arrojo,
la libertad naciente
de medio continente.
¡Honor, honor al gran Cabral!
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Letra de C. J. Benielli
Música de Cayetano. A. Silva